Vía ANSA LATINA
La tregua prometida a Mariupol se revela como el enésimo engaño de los rusos y también el vía libre a seguros corredores humanitarios tambalea.
El trigésimo sexto día de guerra está marcado por la confusión del eterno drama de la ciudad mártir del sur y de un alto el fuego que se convierte siempre más en una quimera.
«Mariupol está bajo ataque, la tregua concierne a los corredores humanitarios, el sector que va de Berdyansk a Zaporizhzhia. Veremos si es respetado», explicaba a mitad de jornada la viceprimer ucraniana, Iryna Vereshchuk, y confirmó el envío de 45 autobuses desde Kiev para las evacuaciones. Pero su destino, tarde en la noche, estaba envuelto por la niebla.
Mientras tanto, en Bruselas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenber, advertió: «Moscú no se está retirando, atacará aún».
El espiral de las negociaciones que solo un puñado de horas atrás aparecía en el horizonte se está ahora achicando. La guerra en Ucrania cambia su geografía, pero no terminó, como aclararon fuentes militares ucranianas.
«Se está transformando en una guerra de posicionamiento, con el sur del país y el área de Chernihiv, al norte de Kiev, como centro de los combates», dijeron las fuentes, indicando algunas zonas grises, como la de Mykolaiv y Jerson, donde ucranianos y rusos pelean cada centímetro.
Como un dato no marginal paralelo: «La transformación en guerra de posicionamiento no va en la dirección querida por Ucrania».
El país -jamás como en estas horas-, aparece partido. En Leópolis y en el oeste las sirenas se hicieron más esporádicas.
Mientras que en Odesa y Mykolaiv, en las mismas horas, las alarmas antiaéreas suenan con inquietante continuidad.
En el este y en el norte de Ucrania, en cambio, cayeron incluso misiles. En Chenihiv fue atacado un convoy de autobuses con voluntarios.
«Cinco vehículos terminaron bajo el fuego enemigo cuando intentaron ingresar en la ciudad asediada por las evacuaciones», denunció la comisionada para los derechos humanos de Verkhovna Rada (Consejo Supremo), Lyudmila Denisova.
Entre tanto, dos fuertes explosiones, una alrededor de las 15 hora local y la otra a las 19.30 se oyeron en la zona norte de Kiev, cerca de la ciudad liberada de Irpin.
Al este, en el terreno, la situación sigue siendo dramática.
«El ejército ruso disparó en la noche proyectiles de fósforo en la parte central de la región de Donetsk, hiriendo a 11 personas, entre ellas 4 niños», según el boletín emitido por el jefe de la administración militar regional, Pavlo Kyrylenko.
En Mariupol, en cambio, reina el silencio. «Los ocupantes rusos no están respetando el alto el fuego y destruyen las infraestructuras restantes», insistió Vereshchuk al reunirse con los medios internacionales en Leópolis y explicó cómo no existen, en la ciudad, terceras partes que puedan verificar el respeto de la tregua.
La Cruz Roja Internacional se dijo lista para conducir las evacuaciones de Mariupol a partir de mañana, a condición de que existan las necesarias condiciones de seguridad.
En Occidente crece el escepticismo acerca de la voluntad de Moscú -que entre tanto prohibió el ingreso al país a los líderes de la UE- de poner en práctica la tregua.
«Se están reorganizando para tomar un tercio de Ucrania», advirtió el premier polaco, Mateusz Morawiecki, haciéndose eco de las palabras de Stoltenberg, según el cual Moscú «no se está retirando, sino que quiere reforzar su operación militar en Donbás y mantener su presión sobre Kiev. Podemos entonces esperar otras acciones militares e incluso más sufrimiento».
Tesis confirmada por el ingreso, según fuentes locales, de ingentes pertrechos militares rusos en la región de Lugansk.
Mientras que más de 35 países aliados se comprometieron en enviar vehículos acorazados y otras municiones de artillería a Ucrania para rechazar a los invasores, según anunció Londres.
Se navega a la vista, en suma, a medio camino entre la tenue esperanza de un alto el fuego y la sombra de una partición, de hecho, del este de Ucrania, del resto del país. Mientras Leópolis, la capital del oeste, hoy recordó a los periodistas extranjeros y ucranianos muertos, heridos, arrestados o secuestrados por las fuerzas rusas. «No la llamen ni crisis ni operación militar, llámenla guerra», es el grito de dolor de los manifestantes.
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