Rusia niega matanza de civiles en Bucha: Moscú ha negado las acusaciones de matanza de civiles en Bucha, la ciudad al noroeste de la capital ucraniana.
El ministerio de Defensa ruso dijo esto, según los informes de la agencia noticias TASS, calificando las fotos y videos de los muertos de Bucha como «falsos» producidos por Kiev y los medios occidentales.
Moscú agregó que la ciudad fue bombardeada por los ucranianos cuando todavía estaba bajo el control de los rusos.
«Fake news» de los ucranianos, responde el Kremlin
Más denuncias de crímenes de guerra
Niños con señales de abuso entre los cadáveres.
Mientras se suceden las revelaciones sobre masacres, torturas y asesinato de civiles cometidas por las tropas rusas durante su ocupación de los alrededores de Kiev, Moscú insiste en que las denuncias son falsas y se tratan de operaciones de «propaganda» del gobierno ucraniano.
Hoy se hallaron los cadáveres de tres civiles torturados en una casa de las áreas ocupadas por las tropas rusas en Sumy hasta el 3 de abril, informó el jefe de la administración regional de la ciudad, Dmytro Zhvyvtskyi, a la agencia ucraniana Unian.
Por su parte, la defensora cívica ucraniana, Lyudmila Denisova, escribió hoy en su cuenta de Telegram que «varios casos de tortura de civiles se registran en los territorios liberados de los ocupantes racistas».
«Niños de menos de 10 años asesinados con señales de estupro y tortura fueron hallados en la ciudad de Irpin», agregó.
Denisova añadió que en una colonia de vacaciones para niños en la región de Kiev «que fue durante tres semanas la base de una unidad del ejército racista, en el sótano fueron hallados cinco cadáveres de hombres con las manos atadas a la espalda».
Esas personas «fueron torturadas y luego asesinadas a sangre fría. Una de ellas tenía el cráneo aplastado. Otros hombres fueron golpeados con un disparo en la nunca o por la espalda», agregó la defensora cívica.
En la aldea de Victorivka, en la región de Chernihiv, que fue ocupada por los rusos durante 25 días, «los racistas mantuvieron a la gente como rehenes en el metro, incluidos ancianos y recién nacidos. Los residentes eran escoltados hasta cuando iban a recoger un balde de agua».
«No tenían atención médica, ni siquiera para aquellos que podían morir. Un hombre con asma murió. Los soldados rusos ordenaron a los rehenes sepultaron el cuerpo en el bosque. A causa de las condiciones de vida inhumanas y a las infecciones que trajeron los ocupantes, aumentó el número de enfermedades, incluida la varicela», agregó.
Denisova sostuvo que al menos otras tres personas fueron torturadas y asesinadas en el distrito de Konotop, en la región de Sumy, donde acamparon soldados ruros. «Torturar y matar civiles es un crimen contra la humanidad y un crimen de guerra», recordó.
Así como se conocieron los horrores de Bucha, en otra ciudad cercana, Borodyanka, de la cual los rusos se retiraron el 1 de abril, hay muchos edificios destruidos, de los que los socorristas están rescatando cadáveres.
Un enviado de ANSA en el lugar comprobó el hallazgo del cadáver de un hombre con señales de tortura: las manos atadas a la espalda y una bolsa de plástico en la cabeza.
Frente a las indignadas reacciones que provocaron las imágenes de cadáveres de civiles en las calles y sótanos de casas de Bucha y otras regiones que las tropas rusas abandonaron, el régimen de Moscú multiplica sus esfuerzos por sostener que se trata de operaciones de propaganda del gobierno ucraniano.
«La situación en la ciudad ucraniana de Bucha es otro ejemplo de falsa propaganda de Ucrania», escribió en Telegram el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitry Medvedev.
«Una imagen de un avión tomada de un video juego. Un dron abatido por un frasco de pepinos. ‘Héroes muertos’ que se rindieron en un buque de guerra ruso. Una maternidad de Mariupol. Y ahora Bucha», afirmó Medvedev.
Según el funcionario ruso, «son todas noticias falsas creadas por la cínica imaginación de los propagandistas ucranianos. Varias agencias de relaciones públicas y fábricas de trolls patrocinadas por los gobiernos occidentales y sus ONGs domesticadas reciben muchísimo dinero por cocinar todo esto», declaró.
Para Medvedev, «las bestias enfurecidas de los batallones nacionalistas y de las fuerzas de defensa territorial están listas para matar casualmente a sus propios civiles en un intento de deshumanizar a Rusia y ofuscar su imagen lo más posible».
También el ministerio de Defensa ruso apunta a la «manipulación» de cadáveres por parte de Ucrania para afectar la imagen de Rusia.
«Según informaciones verificadas, dijo el portavoz del ministerio, Igor Konashenkov, la noche del 4 de abril los miembros del 72avo centro para operaciones psicológicas ucraniano han grabado imágenes de dáveres de civiles, presumiblemente muertos en acciones violentas de las fuerzas armadas rusas, en la aldea de Moshchun, 23 kilómetros al noroeste de Kiev, para enviar el video a los medios occidentales».
«Los servicios especiales ucranianos, agregó el portavoz a la agencia Interfax, ahora están organizando actividades similares en Sumy, Konotop y otras ciudades».
Un «shopping» vende lo que saquean los rusos
Bienes occidentales muy buscados. Vendidos en Bielorrusia
Los soldados rusos que desempeñan una «misión especial» en Ucrania, como Moscú llama a la invasión, no dudan en saquear las casas de los civiles en las ciudades que toman, y el fruto de su despojo, como electrodomésticos, juguetes o maquillaje, termina en un auténtico «shopping» en Bielorrusa.
Las incursiones de Moscú no son solo pretenden dejar cicatrices a los enemigos, sino que devienen en un verdadero «shopping de guerra»: saquean las casas para llevarse algún consuelo y lo superfluo de la odiada Europa.
Occidente y el consumismo se convierten en botín de guerra y, si es necesario, en vehículo de negocios.
«Tráeme un vestido de mi talla, maquillaje y tenis», son las peticiones a un soldado ruso en una llamada telefónica interceptada por los servicios de seguridad ucranianos.
También son botines codiciados las lavadoras, computadoras portátiles, teléfonos móviles y todo tipo de tecnología.
El Ministerio de Defensa de Ucrania habla de un auténtico bazar montado por los ocupantes rusos en Naroulia, Bielorrusia, donde se puede comprar desde electrodomésticos hasta joyas e incluso cuadros, para aquellos que, además de sin escrúpulos, tienen ganas de «compras artísticas».
El comercio de bienes robados a los ucranianos está bien estructurado: los camiones con artículos sustraídos parten de la ciudad nororiental de Sumy y terminan en Mózyr, Bielorrusia, donde se almacenan y luego se venden en Naroulia.
Los servicios de seguridad ucranianos incluso hablan de envíos de los artículos más voluminosos a Rusia a través del sistema de entrega urgente ruso Cdek.
El saqueo afecta, sobre todo, a la región de Kiev, con los maltrechos centros del interior, teatro de cada trágico escenario de guerra: ejecuciones, violaciones, saqueos, hambre y muerte.
En las escuchas telefónicas, los soldados rusos estacionados en esta región se llaman a sí mismos «afortunados», considerando la gran cantidad de objetos que pueden robar.
Y «afortunados» también se definen aquellos destinados a los rincones más oscuros de Ucrania, como Bucha, Irpín y Mariupol, donde los horrores de vidas desgarradas son siempre seguidos por la apropiación indiscriminada de bienes.
Se trata de un catálogo interminable de crímenes de guerra.
Un sistema bien estructurado y organizado que comercia con bienes y recuerdos de la vida de otras personas despojadas de todo, así como de la dignidad.
Los objetos de los «enemigos» ya no son trofeos de guerra, sino una codiciada mercancía, un trozo de Europa que más que pelear se está dispuesto a pagar por él. No es casualidad que los objetos más buscados sean símbolo del consumismo occidental, como lavadoras y lavavajillas, neveras, coches, bicicletas y motos.
Anhelan cosméticos, joyas, ropa de moda, zapatillas y juguetes. Esa es la variante superflua y vana del consumismo.
En el centro de lavado de dinero y pequeñas empresas de Naroulia, en la frontera con Bielorrusia, los servicios de seguridad ucranianos también informan que los soldados rusos están tratando de cambiar el dinero de las redadas por monedas ‘»enemigas», a saber, dólares y euros.
Cualquier cosa menos rublos, por supuesto. Es evidente que se anulan las razones patrióticas del ejército de Vladimir Putin frente a las leyes del mercado. Algunos incluso se aventuran en un mercado onlne y venden reliquias de guerra, también uniformes e insignias del ejército enemigo.
En muchos de los grupos de ayuda creados en las redes sociales para asistir a ucranianos desplazados y saqueados, desde Telegram hasta Facebook, se denuncia el saqueo masivo y se informa, con fotos y datos generales, sobre «los merodeadores que operan en Mózyr».
«Se robaron todo. Hasta las cosas de los niños, hicieron lugar para todo, pero los cuerpos de los muertos no se dignaron a recogerlos», dice Anna, una de las refugiadas.
Y Oleg cita al zar Alejandro III a su manera: «Rusia solo tiene dos verdaderos aliados, su saqueo y su tortura». Sin embargo, el emperador de los Romanov, para apuntalar el magnífico aislamiento ruso, obviamente no se había referido a incursiones y torturas, sino a la flota y al ejército. Ese ejército que ahora está saqueando Ucrania.
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